Mundo Gremial

6 abril, 2017

Todo paro es político

Más allá de las intenciones coyunturales de cualquier dirigencia sindical con el gobierno de turno, son las condiciones de vida de la clase trabajadora y los respectivos reclamos las que dan sustento y legitimidad de una medida de fuerza como un paro general. Un repaso estadístico para entender el trasfondo del paro.

Cada vez que se realiza una huelga general, vuelve la novela trillada donde se escucha al gobierno y la prensa oficialista de turno, afirmar que «el paro es político» y sus verdaderas intenciones son «poner palos en la rueda», a la vez que ponen ejemplos fragmentarios de la realidad para reforzar sus planteos. Si bien es verdad que la relación de la dirigencia sindical con un gobierno influye, para bien o para mal, a la hora de convocar a un paro general, más cierto es que sin reclamos concretos y legitimados en las bases de los gremios sería imposible una convocatoria que logre un nivel de adhesión contundente.

Sobre la base de este razonamiento, proponemos repasar algunos indicadores comparativos de las situación social, el empleo, la industria y la distribución del ingreso entre 2012, momento en que se realiza el primer paro general al gobierno anterior, y la situación actual, cuando le toca enfrentar a Cambiemos la primer medida de fuerza de este calibre.

El 27 de junio de 2012 el gremio de Camioneros realiza el primer paro con movilización a un gobierno kirchnerista, al que se sumaron la CTA conducida por Pablo Micheli y los gremios de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Las razones principales de la convocatoria a esta medida de fuerza fueron el impuesto al salario, asignaciones familiares y la inflación. En aquel momento el líder de la CGT era Hugo Moyano, quién había roto la alianza política con el oficialismo a fines de 2011, entre otros motivos, por considerar que el sindicalismo no tuvo la representación que merecía en las candidaturas.

Meses mas tarde, el 20 de noviembre de ese mismo año, ante la falta de respuesta por parte del gobierno de la entonces presidenta Cristina Fernández, la CGT y la CTA no oficialista convocaron al primer paro general de la etapa kirchnerista, una medida que se sintió con fuerza y logró la foto de la Avenida 9 de julio semi desierta. A los reclamos por “Ganancias”, se sumaron el pedido de un plus para los asalariados que compensara la inflación y un aumento para los jubilados.

Según datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires (organismo oficial que está a cargo del macrismo desde hace más de nueve años), en la ciudad más rica del país el porcentaje de desocupación en junio de 2012 era de 6,2% y de subocupados de 8,5%, mientras que en junio de 2016 esa medición arrojó 10,5% de desempleo y 9,6% de subempleo. Vale aclarar que se toma el último registro del mismo mes para evitar distorsiones estacionales.

Según el mismo organismo oficial, la cantidad de personal asalariado en la industria en el ámbito de la ciudad es un 4,2% menor si comparamos junio 2016 con junio 2012. En la medición del consumo eléctrico de las industrias también se refleja una disminución del 3,1% entre los mismos períodos. Asimismo, si realizamos una comparación de distribución del ingreso entre 2012 y 2016, observamos que el quintil de mayores ingresos aumentó su porcentaje de participación desde un 44,97% en 2012 a un 47,12% en 2016, a costa de una disminución de los otros cuatro quintiles, sobre todo de los dos mas bajos. El quintil de menores ingresos pasó de obtener el 5,2% en 2012 a 4,32% en 2016 (ver gráfico).

gráficoSegún datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, en 2012 la pobreza alcanzaba al 26,2% de los habitantes de nuestro país, mientras que la indigencia a un 5,7%, cifras que a 2016 muestran un significativo aumento hasta llegar al 32,9% de pobreza y 6,9% de indigencia.

En relación al impuesto al salario, en 2012 afectaba a 2,3 millones de trabajadores según cifras oficiales, número que a octubre de 2015 se vió reducido a 1 millón por una medida paliativa adoptada por el gobierno de Cristina Fernández en 2013 que eximió automáticamente a todo trabajador cuya remuneración bruta mensual enero y agosto de ese año no superaba los 15.000 pesos.

Durante el gobierno de Cambiemos no hay cifras oficiales de cuantos trabajadores están alcanzados por el tributo, pero luego de la modificación votada en el Congreso de la Nación hacia fines de 2016, que entre otros cambios eliminó la exención de 2013, la mayoría de los trabajadores que se habían visto beneficiados entonces volvieron a tributar, aunque con una distribución de la carga más morigerada.

Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), entre diciembre 2015 y diciembre 2016 se pueden computar más de 241.000 despidos y suspensiones en el país. Se suma el reclamo de los sectores pymes que se ven afectados por tarifazos de servicios públicos, apertura de importaciones y caída sostenida del consumo. La marcha de la CGT del pasado 7 de marzo frente al Ministerio de Industria y Producción, puso el foco del reclamo en los gremios industriales, los más afectados por la política económica de Cambiemos. Esa marcha terminó con un fuerte reclamo de distintos sectores que pedían la fecha de un paro general al triunvirato que conduce la central obrera.

Con este repaso comparativo de estadísticas y datos concretos, intentamos mostrar que independientemente de las intenciones de cualquier dirigencia sindical, son las condiciones de vida de la clase trabajadora y los respectivos reclamos las que dan sustento y legitimidad de una medida de fuerza como un paro general. Los dirigentes pueden dilatar o apurar una medida de fuerza, pero en ningún caso llamar a un paro sin reclamos reales.

En 2012 el centro del reclamo estuvo en el impuesto al salario que afectaban a los gremios con mejores ingresos y mayor poder de fuego. Hoy el reclamo tiene razones mas urgentes, amplias y profundas que entonces y la exigencia es la de un cambio en la política económica al gobierno de Mauricio Macri, quien por el momento no acusa recibo y redobla la apuesta en sus discursos afirmando explícitamente su intención de flexibilizar las condiciones de trabajo en Argentina. Quizás el paro no logre cambiar el rumbo de la economía en el corto plazo, pero sin dudas es una gran muestra de capacidad resistencia por parte del movimiento obrero organizado para frenar embates mayores del gobierno.

Lionel Martín – @soylio

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