América Latina

29 marzo, 2017

Postales del asedio

Por Julián Aguirre, desde Caracas. Venezuela vive una delicada situación económica y social, a menudo simplificada o deformada por la cobertura de los medios internacionales. En la “guerra económica” la batalla se concentra en un eslabón particular de la cadena productiva: la distribución.

Por Julián Aguirre, desde Caracas. Venezuela vive una delicada situación económica y social, a menudo simplificada o deformada por la cobertura que recibe de parte de los medios internacionales. Lejos de ser un accidente natural, la crisis impuesta sobre el país tiene varios actores responsables. En la denominada “guerra económica” la batalla se concentra hoy en un eslabón particular de la cadena productiva: la distribución. A los embates de cada día le suceden respuestas tanto gubernamentales como populares para paliar la crisis impuesta y “salir pa’lante”.

La guerra del pan

Julián Aguirre
Julián Aguirre

La Avenida Baralt desemboca en el centro mismo de Caracas. Calle abajo durante el día se despliega el bullicio de la vida caraqueña: comerciantes callejeros, autobuses y motos que desafían las leyes de tránsito y de la física; filas de personas que se extienden varios metros a la espera de comprar pan. Miembros de la Milicia Nacional Bolivariana observan que no se produzca desorden en la fila y que los comerciantes respeten el precio justo. Una de las tantas panaderías que allí se encuentra ha sido el centro de un capítulo de la guerra económica.

«Mansion’s Bakery» era su nombre. Hoy ha sido rebautizada como La Minka, por el colectivo cultural y de productores urbanos que tomó en sus manos la nueva administración. La jefa de Gobierno del Distrito Capital, Carolina Gestari, les confió la nueva administración para suministrar a 10 Comités Locales de Alimentación y Producción (CLAP) organizados por consejos comunales de la zona.

Los CLAP surgen como una iniciativa para coordinar los esfuerzos del Estado central y las organizaciones locales de consejos comunales para responder al desabastecimiento. Se encargan de organizar la venta directa en sus comunidades de bolsas que contienen productos alimenticios de primera necesidad.

Uno de los militantes de La Minka describió a Notas el proceso: “Esta panadería había sido objeto de visitas de órganos del Estado para la regulación. El pan está regulado a 250 bolívares y ellos lo ponían a 800. Ellos pagaban la multa y cuando los empleados públicos daban la espalda subían de nuevo el precio».

«Aparte de problemas de salubridad, aquí cuando entramos tuvimos que fumigar. Ahora estamos produciendo cinco veces más. El primer día horneamos 9800. Tenemos tres años trabajando en panaderías comunitarias y distribuyendo de una manera diferente, mandando grupos a los puntos neurálgicos del barrio. La derecha apátrida no aguanta que el pueblo se organice en la distribución de los alimentos”, añadió.

El boicot nuestro de cada día

La escasez inducida es en parte causa de la escalada inflacionaria en el precio de los productos, la cual beneficia a quienes se encargan de revender la producción desviada a precios exorbitantes. Esta práctica se la conoce popularmente como “bachaqueo”.

Elen Murillo ha trabajado en la panadería por más de cinco años y decidió acompañar con su experiencia la toma. Habla de bajos sueldos por horas extra, del abandono de las instalaciones, del maltrato que los clientes soportaban diariamente de parte de los dueños del lugar. Y sobre todo describe cómo ve este momento: «Vivir esta situación es fuerte. Salir a buscar harina pan y no encontrar; y si se la encuentra, pagar 4500 o 5000 bolívares. He llegado a pagar un kilo de pan 5000 bolívares, bachaqueado. ¿Quiénes son los culpables de esto? ¿Es el gobierno? No amigo, son los empresarios que quieren de una u otra manera tumbar este gobierno, que se arme la zafalera, que se arme la guerra y nos matemos unos con otros. Porque el presidente Maduro da los recursos para que la empresa polar del grupo Mendoza saque la harina pero ellos la siguen escondiendo”.

Julian Aguirre
Julian Aguirre

El objetivo es uno de los órganos más sensibles de todo pueblo: el estómago. Desarticular toda la economía familiar con precios que se pueden disparar de una semana a otra; vencer sobre la moral de la población por agotamiento; generalizar el malestar social cuando la situación se prolonga en el tiempo. Como en los asedios de antaño.

Días después de la toma, grupos locales de la oposición se concentraron frente a la panadería para denunciar a los nuevos trabajadores de robar lo producido. Habitantes de un mismo barrio enfrentados entre sí con consignas y cánticos, una postal de la polarización social que se respira en la calle. Efectivos de la policía y la Guardia Nacional aguardan en caso de que la situación escale y tengan que intervenir para frenar el conflicto. Carolina Gestari se hace presente para defender la medida de expropiación en una discusión mano a mano con vecinos que es grabada por las cámaras de televisión.

Panadería-Venezuela-2

¿Qué culpa tiene el tomate?

Es sábado y aún faltan varias horas para que amanezca. Militantes de Pueblo a Pueblo se reúnen con vecinos y vecinas organizados en tres consejos comunales del barrio de La Pastora. Organizan un mercado popular para distribuir los alimentos llegados directamente del campo. Antes se encargaron de censar a más de 400 familias del barrio y tomar nota de sus necesidades para así tener un panorama de las prioridades alimenticias.

Pueblo a Pueblo es una red que vincula a pequeños y medianos productores rurales con comunas y consejos comunales para organizar una forma de distribución planificada de los alimentos. Al eliminar el rol de los intermediarios permite vender alimentos a precios más cercanos a los costos de producción.

Mercado

María describe con una sonrisa cómo la crisis ha engendrado respuestas creativas para superarla: “Aquí había una cultura que era la cultura rentista, la del yo compro. Yo cultivaba aguacate en mi propia casa y la gente se burlaba de mí. ‘Pareces una campesina, ponte un departamento ahí’ pero no, a mí no me van a sacar mi patio. Acá la gente está empezando a producir en un pedacito de terreno que tenga en su casa”.

De esta manera se busca convertir la crisis en oportunidad para construir nuevas prácticas de organización socioeconómica. María continua su propia explicación de cómo han soportado estos años de carencias: “Esto demuestra lo aguerrido que es el pueblo venezolano, si tenemos que comer pura yuca lo haremos. Aquí nos han acorralado con la comida. Pero al Libertador (Simón Bolívar) también se lo hicieron. Hubo países donde el Conquistador llegó y masacró rápido, aquí la batalla duró más de 60 años, así que ya tu sabes que con los venezolanos la cosa no es fácil”.

@julianlomje

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