América del Norte

26 enero, 2017

Otro ladrillo en el muro

Este miércoles Donald Trump firmó el decreto que ejecuta su reiterado plan de construir un muro en la frontera con México. Pero, en verdad, se trata de concluir una misión que comenzó, fragmentariamente, en 1969 durante la presidencia de Richard Nixon.

Este miércoles Donald Trump firmó el decreto que ejecuta su reiterado plan de construir un muro en la frontera con México. Pero, en verdad, se trata de concluir una misión que comenzó, fragmentariamente, en 1969 durante la presidencia de Richard Nixon.

No hay duda que la noticia es impactante. Sobre todo porque viene acompañada de un discurso xenófobo y racista y de otras políticas públicas antimigratorias, argumentadas desde la seguridad nacional y el combate al desempleo. Pero lo cierto es que Estados Unidos tiene un largo historial en la materia. De hecho, en la actualidad, 1100 de los 3185 kilómetros que los unen con México tienen algún tipo de reja o muro.

Si bien con anterioridad algunas zonas ya se habían delimitado por temas vinculado al ambiente (en regiones consideradas reservas naturales), los controles militares de la frontera comenzaron a la par que la “guerra contra las drogas” a fines de la década de 1960, bajo el gobierno de Richard Nixon. En 1969 se lanzó el Operativo Intercepción, que tenía como objeto reducir la entrada de marihuana a EE.UU. Duró 20 días por las quejas recibidas de los viajantes e incluyó una mayor vigilancia aérea y marítima pero, sobre todo, la inspección individual sorpresa de todos los vehículos que cruzaban desde México, sin acordarlo con el gobierno de ese país.

Border_RegionEl primer presidente estadounidense que avanzó de forma efectiva en delimitar físicamente la frontera por cuestiones sociales y políticas, a pesar de que hubo varios intentos a lo largo del siglo xx, fue Bill Clinton. Era el año 1994, el mismo en que se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, o NAFTA, en inglés) y se desató la Crisis del Tequila, cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense comenzó el reemplazo de una cerca de alambre que dividía la localidad fronteriza de Nogales por un muro de concreto.

Aunque el principal argumento era el mismo que el de Nixon, la lucha contra las drogas, distintos analistas afirmaban que en verdad la propia firma del Tratado de Libre Comercio permitía anticipar el desplazamiento de millones de mexicanos hacia EE.UU. Los pequeños agricultores no podían competir con las grandes empresas de agronegocios como Cargill y los pequeños comerciantes fueron destruidos por gigantes como Walmart. “Esta administración ha tomado una posición muy firme en la protección de nuestras fronteras”, dijo Clinton en 1996. “Vamos a incrementar los controles en un 50%”, agregó.

La estrategia adoptada se resumía en “prevención mediante disuasión” (prevention through deterrence) y, aunque con pequeñas modificaciones y crecientes gastos y militarización, fue la que rigió las siguientes dos décadas hasta la actualidad.

Los atentados del 11 de septiembre de 2001 también marcaron un punto de quiebre. A partir de entonces, por empezar, se creó el Departamento de Seguridad Interior y se establecieron políticas de inteligencia y control ciudadano donde cada persona que ingresa a Estados Unidos y deja su huella digital es prácticamente monitoreada por las fuerzas de seguridad en todos sus movimientos o, al menos, se encuentran registrados y son posibles de ser rastreados al instante. Cada inmigrante se convirtió en un potencial terrorista.

Las patrullas de frontera, desde el 2001, han sido reforzadas militar y operativamente. Cuentan en la actualidad con equipamiento propio de intervención marítima y aérea y alrededor de 1500 efectivos se encuentran desplegados en el territorio. Una zona de guerra en pleno suelo estadounidense. Alrededor de 5595 personas incluyendo 1000 niños y niñas murieron en sus intentos de cruzar la frontera entre 1998 y 2012, según un informe de la Fundación Nacional de Políticas Estadounidenses (National Foundation for American Policy, NFAP) de 2013.

Donde hay una ¿necesidad? hay un negocio

En 2006, bajo la presidencia de George W. Bush, se firmó la Secure Fence Act (ley de “asegurar la cerca”). La política desarrollada en la frontera se asemejó bastante a la aplicada en los países invadidos. En 2006, el Departamento de Seguridad Interior aplicó un programa llamado “Secure Border Iniciative”, para probar tecnología de punta como drones y otros sistemas de vigilancia y crear un “muro virtual”. Entre 2005 -cuando fue planificado- y 2009, 3700 millones de dólares fueron gastados en estas “mejoras”, todo a través de contratistas privados.

Kellogg, Brown and Root (KBR en la actualidad), anteriormente subsidiaria de la ultraconocida Halliburton, por ejemplo, cobró en 2011 24,4 millones de dólares por el mantenimiento de la infraestructura de la frontera en el Estado de Arizona, uno de los cuatro que limita con México. El contrato fue pagado por el gobierno federal, a través del Departamento de Seguridad Interior. Vale recordar que las compañías mencionadas son históricas contratistas del Ejército estadounidense. Desde Kosovo a Guantánamo, pasando por Irak y Afganistán, la empresa KBR lucró con las principales operaciones militares de EE.UU.

Durante la era Obama el intento por construir un “muro virtual” se suspendió por los elevados costos (se preveía que con 7 mil millones de dólares se cubrirían los más de 3 mil kilómetros, pero al haber gastado 1000 millones, sólo lograron extenderse por 85 kilómetros). Pero más allá de eso, y algunas políticas migratorias progresivas, 2,5 millones de inmigrantes (legales e ilegales) fueron deportados aproximadamente entre 2008 y 2015 con el demócrata en la Casa Blanca y los trazos gruesos del control de la frontera se mantuvieron intactos.

Alrededor de 1100 kilómetros de la frontera (el 35% de la extensión total) fueron cerrados -con distintos tipos de cercas y muros- desde la presidencia de Bush. Entre 1993 y 2007 el costo del control del límite fronterizo se incrementó en un 590%. La construcción de infraestructura en sí cuesta entre 3 y 5 millones de dólares el kilómetro, dependiendo de la topografía del terreno.

Como sucede con el sistema carcelario -la agitación de problemas como el narcotráfico y la inseguridad sirven para proveer a las prisiones privadas la población que necesitan para que el sistema sea rentable-, o con la corporación militar –donde las empresas que reciben contratos son retribuidas con millones y millones de dólares, por lo que las guerras son concebidas como un negociado descomunal- no debe perderse de vista la arista económica de las políticas migratorias.

El decreto firmado por Trump ordena comenzar a construir en los próximos meses un muro de concreto de entre 10 y 15 metros de alto a lo largo de todo el territorio que une a Estados Unidos y México. A su vez, enviará 5 mil nuevos agentes a la frontera y creará más centros de detención para inmigrantes. La decisión fue anunciada de la mano de otras reformas en materia de seguridad que el presidente dará a conocer en los próximos días. Mientras, en México cuestionan fuertemente la visita programada de Enrique Peña Nieto a Estados Unidos y exigen que sea cancelada.

La concreción del proyecto aún está por verse pero el republicano, como viene haciendo desde que asumió el pasado viernes 20 de enero, sigue mostrando que no exageraba con su voluntad en campaña.

Julia de Titto – @julitadt

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