Medio Oriente

7 diciembre, 2016

Alepo, la madre de la guerra siria

Las fuerzas que respaldan al gobierno sirio del presidente Bashar al Assad se encuentran al borde de recuperar la totalidad de Alepo. Un panorama insospechado semanas atrás. ¿Cómo quedan los actores presentes en el terreno que marcarán las decisiones de la nueva administración Trump?

Un panorama que hasta hace pocos meses atrás parecía improbable comenzó a desenlazarse estos últimos días: las fuerzas que respaldan al gobierno sirio del presidente Bashar al Assad se encuentran al borde de recuperar la totalidad de Alepo. ¿Cómo quedan los actores presentes en el terreno que marcarán las decisiones de la nueva administración Trump?

Antes de la guerra, Alepo supo ser el corazón comercial e industrial del país, además de punto de encuentro de las comunidades que le daban su carácter multiconfesional y multicultural a la sociedad siria. Hoy, el “Stalingrado sirio” es sinónimo de la traumática carga que la guerra ha hecho pesar sobre el conjunto de su población.

En septiembre pasado, el ejército sirio y sus aliados habían logrado cortar la última línea rebelde de suministros, dividiendo a las fuerzas opositoras y aislándolas en la mitad oriental de la ciudad. Tras una serie de fallidas treguas dispuestas bajo el monitoreo de Moscú y Washington, las fuerzas pro gubernamentales dieron pie a la fase final de la que ha sido llamado “la madre de todas las batallas”. La ofensiva fue precedida por la llegada del buque insignia de la marina rusa, el portaviones “Almirante Kuztnesov”, para intensificar las operaciones de bombardeo sobre posiciones rebeldes.

Vendrán lluvias suaves

Con once votos a favor, una abstención y tres votos en contra de Venezuela, China y Rusia, la moción del Consejo de Seguridad para imponer un cese al fuego en la ciudad fue vetada por Beijing y Moscú este martes. Estas dos potencias aliadas a Damasco no dejarán pasar la oportunidad para que el gobierno sirio se anote su gran victoria a fines de año.

El lunes, el secretario de Estado de los EE.UU., John Kerry, y el ministro de Exterior ruso, Sergei Lavrov, se encontraron en Suiza para una nueva ronda de negociaciones en torno a un posible cese al fuego que involucre la evacuación de los últimos rebeldes fuera de la ciudad. Lavrov afirmó que, de rechazar la oportunidad de retirarse o desoír la alternativa de amnistía dada por el gobierno sirio, los combatientes que permanezcan en Alepo “serán exterminados”.

Desde la semana pasada, una serie de ataques simultáneos les permitió a las tropas del gobierno retomar 65% de los barrios de Alepo Oriental. Según afirman canales oficiales sirios, 8 mil civiles fueron evacuados en los primeros días a través de corredores humanitarios dispuestos en coordinación con los observadores militares rusos.

El martes al mediodía, un bombardeo rebelde contra un barrio adyacente a las zonas de combate en la ciudad mató a dos médicas de la misión militar rusa. En su comunicado oficial, el portavoz de la misión rusa en Siria nombró directamente a Francia, Gran Bretaña y los EE.UU. por haber proporcionado las coordenadas del hospital móvil donde se encontraba el personal.

En curso de colisión

La derrota de las fuerzas rebeldes supone un gran golpe para la estrategia regional de Turquía, uno de sus principales aliados. A finales de agosto, el gobierno del presidente de ese país, Recep Teyyip Erdogan anunció de forma unilateral el lanzamiento de la operación “Escudo del Éufrates”, pese a las protestas de Damasco, con el objetivo de “combatir al terrorismo” en el norte de Siria. El objetivo dispuesto es alcanzar la ciudad de Raqqa, capital de facto del grupo Estado Islámico (EI).

Además, la ofensiva del ejército turco busca consolidar la presencia de fuerzas locales aliadas a Ankara para contener a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG), que habían avanzado tras propinar una serie de derrotas al EI. El gobierno de Erdogan ha expresado en más de una ocasión que no tolerará la aparición de una entidad kurda independiente en el norte de Siria.

Al mismo tiempo, ante una posible derrota rebelde en otros frentes, crearían una franja de seguridad hacia donde la insurgencia siria podría retirarse para reorganizarse.

El 29 de noviembre, Erdogan en persona expresó que el motivo de la ofensiva era llegar a Damasco y “derrocar al tirano al Assad”. Tras una conversación telefónica con el presidente ruso Vladimir Putin, el gobierno turco se retractó de los dichos, muestra de la ambigüedad con la que este país ha buscado suavizar su posición para reparar sus relaciones con Moscú al tiempo que mantiene su apoyo irrestricto a los rebeldes sirios.

Esta cuestión ha sido un foco de fricción entre los aliados de la OTAN. Pese a la indignación turca, un contingente de 200 miembros de las fuerzas especiales estadounidenses se encuentra asistiendo a las YPG en su combate contra los jihadistas.

Hoy los ojos de todas las fuerzas dispuestas en el norte de Siria están en carrera para hacerse con la ciudad norteña de al-Bab, cuyo control es clave para la ofensiva final sobre Raqqa. La novedad es que fuerzas del ejército sirio han confirmado estar coordinando acciones con las YPG para facilitar su ofensiva sobre al-Bab, una posible respuesta para disuadir a Turquía y que modere su intervención en suelo sirio.

La incertidumbre Trump

Sin duda, los últimos desenlaces en el terreno tienen el carácter de una carrera contra el reloj: primero por el inicio del invierno, el cual endurecerá las condiciones bajo las que operan las tropas de ambos bandos; pero más importante es la gran incógnita que trae consigo la asunción de Donald Trump. De un lado y otro se especula con qué lineamientos serán los que guiarán la política de la nueva administración hacia Siria.

Durante su campaña, Trump expresó su firme rechazo a la política de armar y apoyar a la oposición siria y hasta vio con buenos ojos las acciones rusas.

Las últimas dos decisiones del Congreso estadounidenses antes del traspaso de mando imponen líneas de continuidad sobre el futuro presidente. Por un lado se aprobó la extensión del paquete de sanciones sobre Siria; y por otro, una enmienda del Acta de Autorización de Defensa Nacional que prevé la entrega parcial de sistemas de misiles antiaéreos a la oposición siria si el presidente así lo aprueba.

Fue John McCain, uno de los principales detractores del futuro presidente dentro de los republicanos, quien más ha defendido dotar a los rebeldes con sistemas de armas más avanzados para contrarrestar la superioridad del gobierno y sus aliados rusos.

El interrogante sobre Trump reside en si avanzará hacia la construcción de un nuevo consenso con Moscú. Esto necesariamente traerá consigo un reacomodamiento de las zonas de influencia con la presencia rusa en Siria. Si, por el contrario, las afinidades entre Trump y Rusia marcan la pauta de la política hacia Siria, el conflicto podría quedar bajo la iniciativa rusa para inicios de 2017.

Julian Aguirre – @julianlomje

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