20 julio, 2015
Seis puntos para analizar las elecciones porteñas
Por Santiago Mayor. Los resultados sorprendieron a todo el mundo. Ninguna encuesta y ni el más optimista militante de Lousteau pensaba que la diferencia con Rodríguez Larreta iba a ser tan ajustada. A continuación algunos puntos para analizar el ballotage porteño.

Por Santiago Mayor. Los resultados sorprendieron a todo el mundo. Ninguna encuesta y ni el más optimista militante de Lousteau pensaba que la diferencia con Rodríguez Larreta iba a ser tan ajustada. A continuación algunos puntos para analizar el ballotage porteño.
I
Tras ocho años de gobierno es difícil no sufrir algún tipo de desgaste. El PRO, que hasta las elecciones generales de este mismo año parecía invencible en la Ciudad de Buenos Aires (ganando en todas las comunas y sacando 20 puntos de ventaja sobre el segundo), demostró que no es ajeno a esta situación.
El hecho de que por primera vez no se presentara su máxima figura como candidato a jefe de Gobierno también tuvo su peso, más allá de que Mauricio Macri jugó fuerte durante toda la campaña. A su vez, que la segunda vuelta haya sido por primera vez contra un candidato que no representaba al gobierno nacional, dejó de lado la posibilidad de un voto anti kirchnerista para focalizarse en un voto anti PRO.
La profundidad y conciencia del mismo es motivo de debate ya que la campaña de Lousteau se apoyo en gran parte en reconocer lo bueno y plantear una «evolución» a lo hecho hasta el momento. Al mismo tiempo hizo eje en cuestiones con las que el electorado progresista también se puede identificar (vivienda, salud, educación).
II
Los resultados por comunas se convirtieron en un dato relevante ya que Martín Lousteau se impuso en nueve de las 15. Si bien el PRO sacó una importante diferencia en bastiones como Recoleta (Comuna 2) y Palermo (Comuna 14) -lo que le permitió imponerse a nivel general- la participación electoral allí (65,91% y 67,88% respectivamente) fue menor que el promedio general de la elección (69,38%).
Como contrapartida, comunas históricamente caracterizadas por tender a votar mayoritariamente a variantes progresistas -y en las que ganó Martín Lousteau- mostraron una participación electoral por encima de la media. Fue el caso, por ejemplo, de la 5 (70,18%), la 6 (73,03%) y la 15 (70,5%).
Las encuestas, que pronosticaban unánimemente que Larreta iba a ganar por un margen mucho más amplio, terminaron jugando en contra del PRO ya que, en los barrios donde tiene más apoyo, menos gente fue a votar probablemente confiada en el triunfo.
III
El voto en blanco, sumado a los nulos, mostró estabilidad ya que rondó el 5%. Claro, se puede afirmar que esa diferencia podría haber dado vuelta la elección, sin embargo si se analizan los últimos tres ballotages de la ciudad (todos los que tuvieron participación del PRO), el número de ciudadanos y ciudadanas que manifestaron disconformidad con ambos candidatos fue similar: en 2003 fue de 5,1%, 2007 de 5,9% y en 2011 el 5,2%.
A su vez, esto demuestra que la decisión de las cuatro listas que no participaron de la segunda vuelta (Frente para la Victoria, Frente de Izquierda y los Trabajadores, Autodeterminación y Libertad y Camino Popular) de no llamar a votar a ninguno de los dos candidatos, no tuvo resultados prácticos tangibles.
IV
La UCR ganó, el PRO perdió y Scioli se encamina a la victoria en primera vuelta. La victoria tan ajustada del PRO dejó tambaleando la candidatura de Mauricio Macri que no pudo tener un espaldarazo para relanzar con fuerza su figura de cara a las primarias del 9 de agosto.
No haber ganado cómodamente en el único distrito que gobierna, sumado a que en lo que va del año tampoco triunfó en ningún otro lugar por fuera de la Capital (la derrota de Miguel del Sel en Santa Fe es la más resonante) dejan un escenario poco auspicioso para el actual jefe de Gobierno.
Por su parte, la excelente elección de Lousteau favorece a sus aliados dentro del frente Cambiemos. La Unión Cívica Radical porteña, estructura responsable de la campaña que llevó al ex ministro de Economía a este segundo puesto, sale muy fortalecida. Si bien es absolutamente improbable que Macri pierda la interna contra Ernesto Sanz y Elisa Carrió, las negociaciones hacia adentro seguramente se darán en otros términos.
Finalmente, quién recibe un pase de rebote que lo deja mano a mano con el arquero es Daniel Scioli. Su único rival de peso (luego del derrumbe de Sergio Massa) ha quedado golpeado y ahora habrá que esperar para ver si logra recuperarse y hacer una elección que le permita llevar a la segunda vuelta los comicios presidenciales.
V
El giro conservador del escenario político es una realidad. El hecho de que la segunda vuelta haya sido entre dos candidatos del mismo espacio político nacional, alineado a la derecha del espectro, marcan una tendencia general nacional (la candidatura de Scioli por el Frente para la Victoria es una muestra de ello).
Por primera vez desde que se presenta el PRO a elecciones (2003), su rival no fue el kirchnerismo que, en este distrito, siempre presentó figuras progresistas (Aníbal Ibarra, Daniel Filmus y Mariano Recalde). Por el contrario fue un aliado del macrismo a nivel nacional apoyado en la estructura de la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y el Partido Socialista, con operadores políticos por detrás como el inefable Enrique «Coti» Nosiglia o el acusado de corrupción por hacer negocios con la educación pública, Emiliano Yacobitti.
La manifestación de muchos votantes de querer golpear al PRO votando a Lousteau, incluso depositando expectativas en que gane, fueron sin dudas sinceras. Sin embargo eso no hace más que demostrar la efectividad de la campaña de ECO, que logró posicionar a su candidato como un «progresista» a pesar de tener detrás lo más rancio de la política argentina.
Quienes integran el espacio político de la segunda fuerza de la Ciudad de Buenos Aires han co-gobernado todos estos años con el PRO. Votando y validando sus leyes de reducción del presupuesto en educación, salud y vivienda, así como las ventas de terrenos fiscales para el negocio inmobiliario.
Resulta difícil pensar que el radicalismo encabezado por Ernesto Sanz (ese que declaró que la AUH la usan los pibes para comprar paco) o la apocalíptica Elisa Carrió, fueran a cerrar los talleres clandestinos, invertir más en educación y salud o tener una política de inclusión y urbanización de las villas.
VI
La necesidad de unidad y construcción de una alternativa popular en la Ciudad de Buenos Aires se vuelve imperiosa. Durante los ocho años de macrismo ni la izquierda ni el progresismo lograron desarrollar un espacio político electoral que realmente dispute y resulte atractivo para el electorado. Tuvo que llegar un armado conservador para hacerlo tambalear.
En ese sentido la dispersión de los espacios políticos de izquierda y populares no ha hecho más que fortalecer y desembocar inexorablemente en escenario que vimos este 19 de julio.
La expresión de un importante caudal de votos anti PRO, no necesariamente conservadores, tiene que ser la señal que permita dejar de lado mezquindades y diferencias menores, en pos de enfrentar a la nueva derecha cara a cara como una opción de poder real. Para que nunca más la elección tenga que ser entre el «mal menor» o la desolación.
@SantiMayor
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